Incendios, inundaciones, tormentas, tornados y corrimientos de tierras – estos son solo algunos de los ejemplos de catástrofes naturales para los que debe prepararse el ser humano. En la antigüedad, las personas se sentían desprotegidas, vulnerables y no podían predecir peligros como los anteriormente mencionados. Sin embargo, siempre ha sido importante alertar a la población lo antes posible, responder a las llamadas de emergencia, encontrar maneras de avisar a los otros, reducir las pérdidas materiales e incrementar las oportunidades de que aquellas personas desconocedoras de los desastres más inminentes puedan escapar.

Con el desarrollo de la civilización y la evolución de la ciencia y la tecnología, el ser humano ha inventado multitud de métodos de protección y alerta y los ha utilizado en situaciones de emergencia. Por otro lado, la cantidad y la diversidad de los peligros potenciales, especialmente aquellos de origen humano como las amenazas químicas o las explosiones nucleares, los desastres contaminantes, las fugas de radiación o las roturas de presas se han incrementado también rápidamente.

En los últimos siglos, los sistemas de alerta temprana y notificación de emergencias han estado en continua evolución y cambio. Echemos un vistazo a la historia de los sistemas de alerta y notificación.

En los albores de la civilización la gente utilizaba grandes hogueras como señales de alerta. Estas hogueras solían encenderse habitualmente en colinas para alertar sobre desastres naturales o ataques enemigos. Las primeras alarmas sonoras primitivas eran instrumentos de viento y tambores, que todavía utilizan algunas tribus nativas en África, Australia y Sudamérica.

En la Edad Media, la gente empezó a utilizar las campanas como sistema de alerta, ya fueran las campanas de las iglesias o campanas especiales para avisar sobre incendios. Son muchos los científicos que creen que la función principal de la campana no era la de interpretar melodías, sino la de avisar. La campana sirvió durante muchos años como medio para alertar a la población sobre desastres inminentes, disturbios públicos o enemigos en aproximación. Con el paso de los años, las ciudades y los pueblos han crecido, se han desarrollado, y una campana dejó de ser suficiente para alertar a la población. Era necesario encontrar nuevas soluciones técnicas en el ámbito de la alerta temprana y la notificación de emergencias.

A finales del siglo XVIII, se llevaron a cabo valientes intentos por crear un sistema de alerta mecánica y automatizarlo. Un ejemplo típico es la campana de aviso de incendios consistente en un gran peso suspendido de una cuerda. Cuando el fuego quemaba la cuerda, el peso caía y hacía sonar una campana de alarma. Hubo también otros intentos de desarrollar equipamientos que pudieran responder a los cambios de temperatura, de tensión o presión, a la cantidad de líquido, etc.

En el siglo XX, los sistemas de alerta temprana se desarrollaron rápidamente debido a la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Pasaron a tener carácter masivo y más centralizado, cubriendo un importante número de poblaciones y ciudades y proporcionando la oportunidad de informar a tantos habitantes como fuera posible.

Aparecieron las sirenas electromecánicas (impulsadas mediante un motor) y dispositivos más potentes. Las sirenas de este tipo utilizaban rotores y estatores, y se activaban por corriente eléctrica para hacer sonar las alarmas. En cualquier caso, la marcha del progreso tecnológico no se ha detenido. La velocidad y el volumen de la transmisión de datos continúa creciendo. Se siguen desarrollando sistemas cada vez más modernos con el objetivo de aportar a los usuarios características de seguridad mejoradas. La velocidad de los canales de comunicación entre estos sistemas también continúa aumentando. Cuestiones como las posibilidades de integración, la automatización de procesos, la interacción de sistemas, la fiabilidad de los datos y la seguridad de la transferencia de datos han pasado a ser muy importantes.

Como resultado de ello, se han introducido en el mercado los más modernos sistemas de alerta temprana: las sirenas electrónicas. Las sirenas electrónicas producen su sonido de una manera fundamentalmente distinta a las sirenas electromecánicas. En lugar de los rotores y los estatores, las sirenas electrónicas consistían en generadores de tonos electrónicos, amplificadores de alta potencia y altavoces de bocina que normalmente incorporan uno o más controladores de compresión. Este tipo de sirenas posee toda una serie de ventajas en comparación con las sirenas accionadas mediante motores: el nivel de sonido es mucho más elevado y escalable, están respaldadas por baterías externas y son capaces de transmitir mensajes de voz, comunicar utilizando canales de comunicación por cable e inalámbricos, mostrar de forma completa el estado de funcionamiento de forma remota y muchas otras ventajas.

La historia del desarrollo y la producción de los sistemas de alerta temprana de Telegrafia se remontan a principios de los años 90 del siglo pasado. La compañía ha estado trabajando con sirenas electrónicas desde sus inicios. Nuestras soluciones se utilizan en la implementación de los proyectos más complejos del mundo y han superado con éxito la prueba del tiempo en diversas condiciones climáticas extremas. Por lo tanto, al elegir nuestra tecnología, puede estar seguro de que está tomando la mejor decisión. Una decisión que satisfará todos sus requerimientos y que se ajustará a cualquier proyecto por complejo que sea.

Artículo escrito por

Miroslava Malachovska

Miroslava es directora de marketing. Lleva más de doce años trabajando para Telegrafia. Empezó como asistente en el departamento de ventas para trabajar posteriormente como coordinadora del centro de formación. Después de reincorporarse tras la baja de maternidad ha estado trabajando para el departamento de marketing. La experiencia y el conocimiento obtenidos le han proporcionado una sólida base para el desafiante y creativo trabajo que realiza ahora en el departamento de marketing. Le gusta correr y se mantiene en forma con un entrenamiento regular y preparándose para correr medias maratones.